miércoles, 23 de julio de 2014

Sa mà des moro

Por Misterios de las Baleares

Calle de Sa mà des moro. Fotografía del autor
En el casco antiguo de Palma se encuentra la calle o carreró conocido como “Sa mà des moro” (la mano del moro), una pequeña travesía de la calle Montenegro y que antiguamente fue conocida como Carrer de sa Guixeria de sa mà des moro. Su nombre proviene, según dicen, como consecuencia de un hecho sucedido en el siglo XVIII.

El 18 de octubre de 1731 fue encontrado en su cama el cuerpo sin vida del sacerdote Martí Mascort, como consecuencia de varias cuchilladas. Buscando al causante del terrible crimen, todo el mundo apuntó hacia el criado moro del sacerdote, Ahmed, quien tras ser interrogado reconoció la autoría del crimen. El 15 de noviembre se le notificó la sentencia, pena de muerte, pero antes de ser ejecutado sería arrastrado y le cortarían la mano derecha, aunque la mutilación se dejó para después de muerto. Antes de ser ejecutado el asesino confeso se convirtió al cristianismo.

Tras la ejecución la mano le fue cortada como se había sentenciado y las autoridades la colocaron en una hornacina en el portal de la casa del sacerdote asesinado. El resto del cuerpo fue incinerado en las inmediaciones del convento de Itria, situado cerca de lo que en la actualidad es el inicio de la calle General Riera, mientras que la mano del asesino quedó expuesta al público protegida por una verja de hierro, al menos hasta 1840, ya que en el Cronicón Mayoricense se menciona que en ese año aún se podía ver en ese lugar tras una verja de hierro.

A partir de entonces surgió la leyenda que rodeó a este suceso. Se comenzó contar que el presbítero Martí Mascord que vivía casi en la miseria en una casa en la futura calle de Sa mà des moro. Al realizar unas obras en su casa encontró una olla (aunque en otras versiones se dice que fueron tres) llena de monedas de oro, convirtiendo al sacerdote de improviso en un hombre rico. Su hasta ese momento humilde casa se convirtió en una mansión, y el presbítero tomó a su servicio a un joven y apuesto esclavo, Ahmed, y a una anciana ama de llaves. También vivía con el presbítero una sobrina de nombre María y que era cuidada por la ama de llaves.

Con el tiempo y a pesar de su diferencia de clase, raza y religión, María y Ahmed se enamoraron. Ahmed le prometió a María que si se fugaba con él a África se convertiría al cristianismo, y que allí se convertiría en un hombre rico gracias a una herencia. Al convertirse al cristianismo y gracias a su nueva posición, volverían para pedir el perdón del tío de María y así poder contraer matrimonio.

Decidieron fugarse el 18 de octubre de 1731. María y Ahmed, gracias a la oscuridad de la noche, llegaron hasta un embarcadero cercano, pero con la excusa de recoger de algo de equipaje, Ahmed regresó a la casa. Allí, se deslizó a la habitación de su amo y le cosió a puñaladas, dejándolo tendido en medio de un charco de sangre. Tras cometer su atroz crimen, comenzó a buscar las llaves de la arquilla donde se encontraba la fortuna de su amo, con la mala fortuna de que mientras las estaba buscando, el ama de llaves descubrió el terrible crimen y sus gritos alertaron a los vecinos y a los alguaciles que atraparon al joven esclavo cuando intentaba huir.

Ahmed tras ser detenido fue sentenciado y ajusticiado, mientras que María acabó en un convento, falleciendo el mismo día en que ajusticiaban a su amado, mientras el ama de llaves falleció cuando volvía a su hogar en Lluc, para reponerse de los sobresaltos que le habían causado estos sucesos.
 
La casa en la que ocurrieron los hechos fue reformada y la mano desapareció, aunque la verja perduró durante un tiempo. Sin embargo, se creía que el alma atormentada del esclavo moro seguía allí, ya que los vecinos escuchaban sonidos escalofriantes en la zona. Según cuentan, durante más de cien años, cada 15 de noviembre se escuchaba el susurro de voces, el arrastrar de pesadas cadenas y un rumor de tocas deslizándose a lo largo de los pasillos de la mansión. Entonces la mano, aún presente en la hornacina, empezaba a moverse arañando las tinieblas y de su muñón salían gotas de sangre, y así estaba toda la noche hasta que despuntaba el alba.

Cómo último apunte, comentar la información que en su día sobre este asunto me proporcionó el investigador Chema Font, director y presentador del programa radiofónico de IB3 Ràdio, “Font de Misteris”. Hace unos doce años, por el 2002, pudo entrevistar a uno de los vecinos de la calle de Sa mà des moro, el cual, por entonces ya muy anciano, rondando tal vez los noventa años. Este vecino le comentó a Chema que su abuelo le había dicho en su día que había podido observar con sus propios ojos la verja dónde había estado resguardada la mano, indicándole en qué lugar se encontraba.

BIBLIOGRAFÍA

  1. GARRIDO, C. Mallorca Mágica. José J. de Olañeta, Editor. Colección La Foradada. Palma de Mallorca. 2000.
  2. RIERA, J. “Una calle para recordar un brutal asesinato”. Diario de Mallorca, edición digital, miércoles 10 de noviembre de 2010. http://www.diariodemallorca.es/palma/2010/11/10/calle-recordar-brutal-asesinato/618617.html
  3. SABRAFÍN, G. Cuentos fabulosos y otros relatos fantásticos de las Islas Baleares. José J. de Olañeta, Editor. Colección La Foradada. Palma de Mallorca. 2001.
  4. VALERO I MARTÍ, G. Palma, ciutat de llegenda. José J. de Olañeta, Editor. Colección La Foradada. Palma de Mallorca. 2003.





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